19.4.06

Asesinato en la escuela

26/4/2005

Luto en un instituto patas arriba
JORDI JOAN BAÑOS
SABADELL.- Sólo en sueños los profesores del I.E.S. Les Termes, de Sabadell, podían imaginar a todos sus alumnos reunidos, en horario escolar, en un glacial y respetuoso silencio de nada menos que cinco minutos. Y sin embargo, así fue, frente a la puerta del instituto, en memoria de su compañero Mohamed, de 14 años, cuyo asesinato fue descubierto anteayer.

Mohamed repetía 1º de ESO porque llegó hace apenas un año, sin saber leer ni escribir. La adolescente china con la que se sentaba, y con la que compartía la condición de último de la fila, no salía ayer del más completo mutismo. Igualmente afectado, pero más comunicativo, se veía a Michael, negro africano, que fue el último compañero que lo vió con vida, el viernes por la tarde. "Me dejó su playstation y se fue con Marc. Ya le dije que ese hombre no me gustaba". Marc R., de 27 años, confesó el lunes a la policía haber estrangulado y ocultado a Mohamed en el armario de su habitación. Sus vecinos coinciden en que Marc era un joven de apariencia "normalísima" y trato "educado", aunque otros rumores -sería "deportista", "monitor de esplai" o "hijo de una funcionaria de la Generalitat"- no han podido ser confirmados. En la avenida de Sol i Padrís todo son vaguedades, pues llevaría poco más de dos años en un bloque donde conviven 32 familias. Una semana antes se había declarado un incendio en su vivienda, que él atribuyó a un descuido mientras fumaba en la cama. Sin relación con el caso, un vecino de su mismo rellano -la planta 11- se suicidó lanzándose al vacío hace un mes.

8 años en barracones
A 250 metros, el instituto de Les Termes lleva un lustro en obras y, durante los ocho últimos años de la Generalitat de CiU, gran parte de sus estudiantes recibieron clases en barracones. En estas condiciones, la labor de sus docentes se antoja heroica, en un centro público que parece más un contenedor de problemas sociales que un lugar para preparar el acceso a la universidad. Ayer, algunos de estos profesores querían escribir una carta para protestar contra la libertad de que disfrutaba Marc R., a pesar de que en febrero fue detenido por haber intentado estrangular a otro menor, un rumano de 9 años, el pasado noviembre.

Algunos de sus compañeros de instituto lo recordaban porque "le gustaba jugar de portero", porque "hacía mucho ruido", o porque "no hablaba nuestro idioma" y siempre decía "Què dius" y "S'ha acabat", en un aparente milagro del "aula d'acollida" del IES. Y muchos otros lo recuerdan por su bicicleta. La nueva, según algunos, habría sido un regalo, para ganarse su confianza, de su asesino, que también le daba pequeñas cantidades de dinero por lavarle el coche; que lo llevó al circo o al zoo; y que le prometió una moto, logrando engañar hasta a los padres de su víctima.

La mitad de la clase de Mohamed procede de otros países: Ecuador, Bolivia, Gambia, Portugal, China y Marruecos. Tanto ellos como los nativos hablaban por signos con Mohamed, que los hacía reír con sus imitaciones de caballos y ranas. Ni siquiera podía entenderse con la marroquí de la clase: arabófono él y berberófona ella. Ayer todos entendían que no podían llevar el walkman puesto en horas lectivas. Aunque el recogimiento del principio se fue volviendo alborozo, después de que la clase fuera sustituida por la confección de murales dedicados al estudiante asesinado, con una fotografía en la que luce su cabello crespo. "Sólo era un niño", dicen sus compañeros. "Moha, deu", escribe otro, a modo de despedida, en el cartel firmado por todos: "En tu recuerdo".

Según sus padres y sus tres hermanos menores, Mohamed había vuelto a casa muy contento el pasado viernes, después de que los profesores le felicitaran por sus dibujos en una actividad del Día de Sant Jordi. Luego cogió su bicicleta nueva y nunca más volvió. Lo buscaron en vano durante todo el fin de semana. Hoy el I.E.S. Les Termes cierra sus puertas en señal de luto. En un instituto donde la convivencia de ocho años con barracones y obras ha instalado un cierto aire de provisionalidad y campamento, era importante inscribir el luto más de cinco minutos. Ahí queda una gran señera con un crespón negro.

Por puro azar, un escritor nacido en el barrio tenía previsto realizar un recital, ayer, en la misma escuela, aunque a causa de las circunstancias, desistió. Les hubiera leído a sus jóvenes vecinos versos sobre futuros cercenados: "El meu barri envelleix / i me'l remiro,/ aquests dies en blanc/ que encara passo/ en blocs de formigó/ amb roba estesa,/ més que afligit/ amb somnolència/ pel sostre baix del pis,/ dels somnis a l'abast."


Artículo para "La Vanguardia", inédito