16.10.09

Lo que quieren tapar Sonrisas de Bombay y Jaume Sanllorente

SONRISAS Y LÁGRIMAS DE BOMBAY

Sonrisas de Bombay se dedica a inyectar dinero a iniciativas sociales ajenas con el mismo entusiasmo con que otros reflotan compañías. "Tenemos que funcionar como una empresa y sin subvenciones. Pero no para aumentar beneficios, sino beneficiarios", afirma Jaume Sanllorente, fundador en 2005 de esta ONG de fulgurante modelo de crecimiento.

Sobre todo tras la publicación del libro, truculento y conmovedor, en que este barcelonés de 33 años se presenta como el salvador de un orfanato de Bombay. Una licencia literaria, ya que se sumó a un equipo de dieciocho cooperantes locales y el centro nunco llegó a estar a punto de echar el cerrojo, según el portavoz de la institución. En cualquier caso, octubre sonríe a este exrelaciones públicas, que podrá colgarse la medalla de la Orden del Mérito Civil y saludar la aparición en EE.UU. y Brasil de su obra, que luego se editará en Francia.

También le sonríe por el estreno de una sede india -hay otra en el Eixample- tras dos años amparado en la rumbosa Oficina Comercial de España. “En agosto tuvimos hasta treinta visitas diarias. Algunas esperan de mí un perfil de santo y yo quiero resaltar la naturalidad. No soy religioso y me interesa dejar claro que no tenemos nada que ver con el cristianismo. Hay iglesias muy bestias que han entrado en India como ONG”, asegura.

Sin embargo, las modestísimas guarderías matinales que Sonrisas financia en suburbios chabolistas -alquiler, maestra, arroz y lentejas- forman parte de un proyecto de New Life, una organización evangélica integrista que acostumbra a crear chispas por su proselitismo. De hecho, más de la mitad del presupuesto anual de Sonrisas de Bombay -cerca ya de un millón de euros, gracias a tres mil socios y donaciones- se dedica a este programa, que tiene como coordinador al reverendo Jacob Serrao, impulsor de cientos de casas-iglesia en Bombay.

Con la ayuda de Serrao, Sonrisas asegura haber pasado de no tener ninguna guardería a tener "ciento nueve" en un año y medio. New Life, organización que se mueve en la semiclandestinidad por miedo al extremismo hindú, nos da una cifra aún más sorprendente: "Ciento veinticinco". Paradójicamente, la única escuela apoyada por Sonrisas de Bombay es confesional hindú y nacionalista marata.

Los malabarismos de Sonrisas ejemplifican las componendas, ambigüedades y renuncias que asaltan a una ONG occidental en un medio tan envenenado - social, política y religiosamente- como los suburbios de Bombay. Sobre todo cuando no se cuenta con profesionales y proyectos propios, apenas un flujo de dinero creciente que exige apadrinar iniciativas ajenas. Cabe señalar que Bombay, Calcuta y Benarés son las mecas mundiales de la cooperación internacional, con miles de ONG registradas, de opacidad variable, que compiten por canalizar solidaridad, en el mejor de los casos, o en arrendar pobres para captar recursos, en el peor.

Contra lo que pueda sugerir el libro, Sonrisas de Bombay no trabaja con niños de la calle ni con víctimas potenciales de la prostitución infantil. Su actual proyecto estrella es la escuela Yashodan,en Shastri Nagar, un barrio humilde pero no marginal. Está poblado por nativos maratas y es el bastión de la fuerza de choque del Ejército de Shiva, un partido chovinista hindú, que tan pronto se preocupa de poner alcantarillas como de hostigar a musulmanes o inmigrantes del Norte.

En el patio embarrado los niños festejan el Navratri -sólo celebran las festividades hindúes- con una especie de ‘ball de bastons’. En algunas aulas hay ídolos de Durga, incienso y ofrendas. En otra, leemos en la pizarra: “La atención médica es fácilmente accesible en Maharashtra, donde muchas enfermedades contagiosas han sido erradicadas y el nivel de vida ha mejorado enormemente”. El libro de geografía habla de la Tierra, los océanos... y de Maharashtra, en decenas de mapas. La web del patronato privado de la escuela -que no está cualificada para recibir subvenciones públicas- enumera entre sus principios "impedir la contaminación de valores occidentales".

“No somos nadie para intervenir en el programa educativo" defiende luego Ana Andrés, de Sonrisas. A los dos años de construirles una segunda planta, la ONG catalana ha recibido el aviso de que la escuela -construida en terreno municipal- será derribada para levantar viviendas. Un ejemplo clásico de extorsión, de los que tienen arreglo mediante dinero occidental no contaminado.

“Con la mafia se tiene que hablar”, esgrime Jaume, “y a los políticos, tienes que mostrarles respeto". Y continúa: “A los colaboradores les prohíbo la palabra ONG en el aeropuerto. Los indios lo llevan mal. Incluso nuestros empleados se enfadan cuando metemos a India entre los países subdesarrollados". Sonrisas de Bombay cuenta ya a sus beneficiarios por miles y da trabajo a 354 indios y nueve españoles, aunque hay que aclarar que a una maestra le paga 6.000 rupias al mes (85 euros), bastante menos que la escuela pública y laica. Aun así, ha conseguido aumentar el acceso de alumnos a ciclos superiores.

Los leprosos del centro de atención de Sión nos ceden sus asientos en la sala de espera, al aire libre. Este CAP ya existía, pero Sonrisas -en concreto, una socia extranjera- ha proporcionado a su personal un coche para proyectarse más allá de Bombay. Jaume Sanllorente dispone de un Mahindra Skorpio todavía más imponente -a su nombre, puesto que Sonrisas de Bombay ni siquiera es una ONG registrada en India. La mayoría de visitas quedan decepcionadas cuando se les niega la visita al orfanato Karuna, "salvado" -e incluso "comprado" por Sanllorente. “Nos hemos desvinculado porque es un proyecto autosuficiente”, concluye el fundador de Sonrisas.

Pero el orfanato es desde su fundación una iniciativa estrechamente apoyada por la Greater Grace World Outreach, una iglesia fundamentalista con sede en Baltimore, que ha abierto una iglesia dentro de la interclasista escuela adyacente. Dicha escuela fue construida hace cuatro años, no por Sonrisas, sino por la Fundación Fernando de EE.UU., cuyo fondo solidario, The Ambassador, da nombre al centro. Aunque para buscar grandes fortunas no debería hacer falta ir tan lejos. Bombay es una de las ciudades del mundo con mayor número de multimillonarios -entre ellos, los Ambani, la familia con la mayor fortuna y la vivienda más cara del planeta.


PD: En contraste con lo que afirma www.sonrisasdebombay.org , la transparencia deja mucho que desear en esta ONG que ha subido como la espuma gracias a que cuenta con relaciones públicas y gente del márketing en lugar de expertos en cooperación (por lo menos en Bombay). Cualquier periodista que pretenda contrastar las intoxicaciones del divo Jaume Sanllorente se arriesga a una campaña orquestada, con faxes calumniosos e insultantes enviados al director, vicedirector, jefe de área y subjefe de área de su periódico, mientras dos asalariadas abandonarán la sede del Ensanche de Barcelona camino de la redacción, dispuestas a renovar en persona las quejas sobre el periodista que demuestra tamaña "mala educación". Esto es, contrastar datos sobre el terreno en lugar de tragarse la versión de cuento de hadas que difunden, a mayor gloria del relaciones públicas que capitanea la empresa, auténtico héroe de la solidaridad bien entendida (es decir, la que empieza por uno mismo). Ciertamente, parte de los disparates de Sonrisas de Bombay podrían ser atribuidos, no a la mala fe, sino a la pura ignorancia. Por ejemplo cuando su dossier de empresas recuadra que "el 90% de los pobres y el 95% de los analfabetos de India son intocables". Una barbaridad. Para a continuación decir que ellos están volcados en este colectivo. Otra mentira de marketing. Ojalá que pronto brille la verdad -y la justicia y la igualdad, palabras tabú en el vocabulario de la mayoría de estas organizaciones neocaritativas, de pésima fama en India.

17.9.09

LA AUSTERIDAD GANDHIANA SEGÚN SONIA

La rentrée política india ha traído consigo una peculiar reencarnación de la austeridad gandhiana. No en la versión del mahatma sino de Sonia Gandhi. A ras de suelo, los ministros indios podrán seguir haciendo ostentación de su Ambassador blanco con sirena y apabullante escolta, trasnochado símbolo del poder a orillas del Ganges. Sin embargo, desde esta semana, tienen prohibido volar en clase business, por orden expresa de Sonia Gandhi. La presidenta del Partido del Congreso dio ejemplo el pasado lunes, volando en clase turista de Delhi a Bombay. Un diputado de su partido se levantó de su asiento en clase preferente para tocarle los pies, al verla entrar en el mismo avión. Y le subieron los colores al ver como Gandhi y sus guardaespaldas lo dejaban atrás para acomodarse en clase turista.

Y es que la Mamma de la política india espera que sus ministros den ejemplo -recortando sus gastos en un 10%- en un momento en que la India rural sufre la sequía, por un monzón insuficiente. Tanto es así que ha instado a su ministro y viceministro de Exteriores, S.M. Krishna y Shashi Tharoor, a que desalojen las suites en hoteles de cinco estrellas que ocupaban desde hacía tres meses. Tharoor -exvicesecretario general de la ONU y actualmente empeñado en vincular su Kerala natal con Catalunya- ha obedecido a regañadientes. Hasta el punto de tacharlo de "ridículo" en Twitter, tras asegurar que lo pagaba de su bolsillo. Y el ministro de Energías Renovables, el cachemir Faruq Abdullah -que en breve viajará a España- se ha quejado de que sus piernas son "demasiado largas para la clase turista".

Esta misma semana, el hijo de Sonia Gandhi, Rahul Gandhi, siguió el ejemplo materno, renunciando al helicóptero en favor del tren para un viaje de ida y vuelta de Delhi al Punyab. Por cierto que un vagón adyacente al suyo -de segunda clase, Rahul no aceptó cubiertos y comió con las manos como los demás- fue apedreado durante el trayecto, lo que despierta interrogantes de seguridad.

El súbito celo de Sonia Gandhi puede ser mediático, pero no gratuito. A pesar de la imagen de honradez del primer ministro, Manmohan Singh -que no está muy bien de la vista- por debajo se sigue cociendo de todo. En un año los ministros indios presentan facturas de viaje que, como promedio, multiplican por 75 su salario anual. Visto así, tiene menos mérito que Sonia Gandhi haya pedido a sus diputados que donen el 20% de su sueldo a los afectados por la sequía y que desciendan al nivel de los mortales.

No está de más recordar que India es una sociedad harto jerárquica en que el peor insulto es no reconocer el rango que alguien se atribuye y que se cuida mucho de ostentar. El hombre de la calle tiene sobrados motivos para estar hastiado de su clase política. Aunque la gran mayoría de diputados indios provienen de castas desahogadas -también en el partido de los intocables de Mayavati- es habitual que su fortuna se multiplique hasta por treinta durante una legislatura.
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Por cierto, la semana pasada el Tribunal Supremo ponderaba detener las obras del memorial que Mayavati construye en Noida -junto a Delhi- con decenas de estatuas de héroes intocables -incluida ella misma con bolso- presupuestado en noventa millones de euros. Huelga hablar de apropiación indebida.

Por su parte, la oposición del BJP ridiculiza la política de gestos del gobierno y no piensa tomar medidas parecidas allí donde gobierna. Un importante diario cercano, The Indian Express, abría ayer con un titular en el que contrastaba los mensajes de austeridad con "los ministros que quieren azulejos españoles en sus despachos". La cosa va por el ministro de Empresas Públicas, Vilasrao Desmukh, que, siguiendo el Vaastu -fengshui autóctono- ha mandado construir un lavabo nuevo revestido con "rajoles" de la empresa castellonense Sanchis. Coste total, 25.000 euros.

Barak Obama dijo hace unos días en una escuela de EE.UU. que el personaje histórico con el que le gustaría cenar era el mahatma Gandhi, aun reconociendo que "no sería una cena muy abundante". Pero los menús oficiales se han sofisticado mucho en Nueva Delhi desde entonces.

2.9.09

LA ÚLTIMA PRINCESA INDIA


Gayatri Devi, rajmata de Jaipur


Gayatri Devi recordaba haber tenido un avión privado a su disposición desdeque tenía veintiún años, en la todavía India británica. Fue sucesivamente princesa de Cooch-Behar, maharaní de Jaipur y –tras la muerte de su marido, en accidente de polo en Inglaterra- rajmata –o reina madre- de Jaipur. Era también representante conspicua de la realeza india, con buena entrada en el palacio de Buckingham. Fue considerada como una de las mujeres más bellas del mundo en los años cincuenta, junto a la actriz también india, Leela Naidu, que falleció un día antes, a los 69 años.

La madre de Gayatri ya había sido considerada una de las bellezas más deslumbrantes de su tiempo. De hecho, el que sería el marido de Gayatri, Sawai Man Singh, la había pretendido. Sin embargo, Gayatri no se lo pensó dos veces cuando Singh, marajá de Jaipur -uno de los principados de mayor alcurnia- también le propuso en matrimonio. Tampoco le incomodó la poligamia de este, que convivía ya con dos esposas. En cualquier caso, serían Gayatri y Sawai –conocidos como Ayesha y Jai- la pareja que haría furor entre la jet set europea, especialmente
londinense, de la época. Últimos representantes del lujo asiático y el refinamiento de la cultura palaciega india y de sus abismos. 

Tras la muerte de su marido, pasó de princesa a “reina madre”, al convertirsesu hijo en marajá. Un título que, como todos los nobiliarios de India, dejaría de existir legalmente en un par de años, después de que el parlamento indio, a instancias de Indira Gandhi, los anulara, junto a las pensiones que llevaban aparejadas. Un trato que había sido acordado a finales de los años cuarenta, cuando los más de quinientos principados indios –algunos muy ricos, como Jaipur, otros más humildes- se integraron –de grado o por fuerza- en India –y en algún caso, en Pakistán. 

Desde entonces, Gayatri vivía en una pequeña residencia, en el mismocomplejo del que había sido su palacio. Gayatri entró en política y –a diferencia de la mayoría de nobles que la habían precedido, que habían fracasado estrepitosamente- obtuvo más de un 80% de votos de sus antiguos súbditos. Posteriormente, durante el estado de excepción, Indira Gandhi la encarceló durante unos meses. Algo que la escarmentó, centrándose a partir de entonces en obras benéficas. Dictó un libro de memorias, “Una princesa recuerda”, del que luego se desdijo. 

La belleza familiar también fue heredada por sus sobrinas Raima y Riya Sen,ambas modelos. 

El director indio JP Dutta, radicado en Londres, discutió durante los últimos años realizar una película de época basada en la vida de la maharaní de Jaipur, protagonizada por Aishwarya Rai, algo que entusiamaba a Gayatri Devi, pero que entonces no se materializó por problemas presupuestarios. Un proyecto que Dutta quiere rescatar, porque sin duda se trata de una vida de cine. 


Gayatri Devi nació en 1919 y falleció el pasado 29 de julio a los noventa años de edad. 

14.2.09

El fundamentalismo hindú contra San Valentín

BRAGUITAS ROSAS CONTRA LOS FANÁTICOS

JORDI JOAN BAÑOS

Bangalore. Corresponsal

La creciente guerra de costumbres en India podría resolverse hoy, provisionalmente, en un fuego cruzado de braguitas y de saris rosas. Los fundamentalistas hindúes llevan años presentando batalla a la festividad de San Valentín, vista como "un esfuerzo deliberado de las potencias extranjeras en destruir nuestra cultura". Estos movimientos de inspiración fascista -"Mein Kampf" se vende más en India que el Rig Veda- no dudan en aplicar su dialéctica de los puños contra chicas que se atreven a entrar en bares.

Sucedió a finales de enero en la costera Mangalore, cuando a plena luz del día tres decenas de jóvenes -oportunamente seguidos de un cámara, pero de ningún policía- la emprendieron a porrazos con varias jóvenes, arrastrándolas del pelo y humillándolas. Su delito, estar en un local donde se sirve alcohol, acompañadas de chicos. Algunos de los cuales, para mayor "deshonra", eran musulmanes. Las imágenes dieron la vuelta a India y han creado indignación entre la clase media.

Todos estos "defensores de la cultura india", sin excepción, iban vestidos al modo occidental, algo que consideran inaceptable en el caso de ellas. Para más inri, el primer ministro del estado -del partido chovinista hindú BJP- así como su homóloga en Delhi y el Ministro de Sanidad -estos dos últimos del Congress- echaron más leña al fuego: "La cultura de pub tiene que acabarse". Sólo la ministra de la Mujer incidió en el tema de fondo, que es la libertad e igualdad femenina y el carácter inaceptable de cualquier agresión. Porque la "cultura de pub" nunca ha sido visto como un problema, o antiindia, mientras ha sido un asunto masculino. Mientras, el ministro de ferrocarriles aprovecha para aconsejar a los jóvenes que no se casen por amor y mantengan la práctica del matrimonio concertado por los padres.

Pero no va a ser tan fácil devolver al redil a una generación de jóvenes asalariados que se ha acostumbrado a ganar más que sus padres desde el primer sueldo. A través de internet se han organizado y presentan batalla, no sin humor. Grupos como la "Confederación de mujeres laxas, modernas y frecuentadoras de pubs" ha puesto en marcha una campaña para enviar braguitas rosas a las oficinas del Ejército de Ram, el grupo extremista hindú de Mangalore. En un imprevisto acceso gandhiano, la cara visible de estos ya ha anunciado que responderá ofreciendo un sari rosa por cada braguita, "hasta un máximo de mil", algo igualmente bien recibido por las chicas casquivanas. Cuando él y los suyos salieron de la prisión preventiva bajo fianza -adornados de naranja, color del hinduismo- sus promesas de volver a las andadas fueron jaleadas por una multitud, mientras la inútil policía india -que tan a menudo se niega a tomar denuncias de violaciones- sonreía.

Hoy en Bombay, el Ejército de Shiva, un partido importante, volverá a saquear hoy los puestos de venta de postales o chocolatinas con forma de corazón y pisotearán las rosas. A las parejas en actitud sospechosa se las conminará a separarse, "de lo contrario los casaremos allí mismo". Una de estas manadas avergonzó esta semana en Mangalore a una adolescente que tonteaba con un joven musulmán. El padre se creyó forzado a presentar una denuncia por violación contra el joven -que sí fue registrada- lo que llevó a la chica a suicidarse. Estos grupos son los mismos que vandalizan iglesias en la zona o zurran a los que llevan símbolos cristianos en el coche.

Impasibles, las hijras (travestis) de Bombay, se afanaban ayer en envolver el Kamasutra que pretenden regalarle hoy al líder del Ejército de Sena -admirador de Hitler- "para aumentar su conocimiento de la cultura india". Otro grupo habla ya de convertir el 1 de marzo en Día del Kamasutra como alternativa indígena al San Valentín anglosajón.

El Día de los enamorados en India es tan kitsch como en cualquier otro lugar del mundo. Sin embargo, pese a su descarada comercialidad, en India tiene un potencial revolucionario que nunca fue imaginado por sus difusores estadounidenses. Porque en la India rural sigue siendo impensable ir de la mano -sólo ellos-, algo todavía audaz en la India urbana. El mayo del 68 que esperan en India es, quizás, el de 1868. Para el puritanismo hindú -reforzado por las ocupaciones islámica, victoriana y misionera- mentar el amor es como mentar el sexo en un convento.

El amor es algo sólo tolerable en el cine de Bollywood. Como el baile. "Evite bailar", reza ahora un cartel en el pub del Hotel Taj de Bangalore. No ha sido secuestrado por los talibanes, como el Taj Mahal de Bombay, sino por puritanos hindúes salidos de las urnas hace unos meses, que han prohibido bailar en público en el estado de Karnátaka. Bangalore fue conocida por la "pub capital" de India. Ya no. A partir de las 11.30 de la noche los jóvenes se dedican a comer, porque beber ya es imposible. Con lo cual, proliferan las fiestas "rave" en medio de la nada, a treinta kilómetros, con enorme riesgo para conductores y pasajeros.

Pero eso es cuando la fiesta -por llamarla de algún modo- en Bangalore ya ha terminado. Antes, un sábado a media tarde, la zona comercial atrae también a hordas de jóvenes -sólo chicos- llegados del este de la ciudad. Hablan kannada -la lengua nativa- y no tienen dinero. Pero sí ojos, y miran como si fueran de otro planeta a las chicas indias con tejanos que hablán inglés y ríen con otros chicos indios con los que toman café o cerveza, a precio de oro. Algo sucedido sucede en Bombay con los hablantes de maratí. A unos y otros, mientras tanto, sus mamás les deben estar buscando una chica de su casta cuya familia pueda pagar una buena dote. Pero la edad del matrimonio es cada vez más tardía. Un explosivo -y manipulable- cóctel de frustración sexual y económica. "Es una guerra de clases", reconoce Suresh, productor discográfico. El abismo entre India y Bharat (nombre hindi del país) crece. Y a algunos les recuerda al Teherán de antes de la revolución.