17.9.09

LA AUSTERIDAD GANDHIANA SEGÚN SONIA

La rentrée política india ha traído consigo una peculiar reencarnación de la austeridad gandhiana. No en la versión del mahatma sino de Sonia Gandhi. A ras de suelo, los ministros indios podrán seguir haciendo ostentación de su Ambassador blanco con sirena y apabullante escolta, trasnochado símbolo del poder a orillas del Ganges. Sin embargo, desde esta semana, tienen prohibido volar en clase business, por orden expresa de Sonia Gandhi. La presidenta del Partido del Congreso dio ejemplo el pasado lunes, volando en clase turista de Delhi a Bombay. Un diputado de su partido se levantó de su asiento en clase preferente para tocarle los pies, al verla entrar en el mismo avión. Y le subieron los colores al ver como Gandhi y sus guardaespaldas lo dejaban atrás para acomodarse en clase turista.

Y es que la Mamma de la política india espera que sus ministros den ejemplo -recortando sus gastos en un 10%- en un momento en que la India rural sufre la sequía, por un monzón insuficiente. Tanto es así que ha instado a su ministro y viceministro de Exteriores, S.M. Krishna y Shashi Tharoor, a que desalojen las suites en hoteles de cinco estrellas que ocupaban desde hacía tres meses. Tharoor -exvicesecretario general de la ONU y actualmente empeñado en vincular su Kerala natal con Catalunya- ha obedecido a regañadientes. Hasta el punto de tacharlo de "ridículo" en Twitter, tras asegurar que lo pagaba de su bolsillo. Y el ministro de Energías Renovables, el cachemir Faruq Abdullah -que en breve viajará a España- se ha quejado de que sus piernas son "demasiado largas para la clase turista".

Esta misma semana, el hijo de Sonia Gandhi, Rahul Gandhi, siguió el ejemplo materno, renunciando al helicóptero en favor del tren para un viaje de ida y vuelta de Delhi al Punyab. Por cierto que un vagón adyacente al suyo -de segunda clase, Rahul no aceptó cubiertos y comió con las manos como los demás- fue apedreado durante el trayecto, lo que despierta interrogantes de seguridad.

El súbito celo de Sonia Gandhi puede ser mediático, pero no gratuito. A pesar de la imagen de honradez del primer ministro, Manmohan Singh -que no está muy bien de la vista- por debajo se sigue cociendo de todo. En un año los ministros indios presentan facturas de viaje que, como promedio, multiplican por 75 su salario anual. Visto así, tiene menos mérito que Sonia Gandhi haya pedido a sus diputados que donen el 20% de su sueldo a los afectados por la sequía y que desciendan al nivel de los mortales.

No está de más recordar que India es una sociedad harto jerárquica en que el peor insulto es no reconocer el rango que alguien se atribuye y que se cuida mucho de ostentar. El hombre de la calle tiene sobrados motivos para estar hastiado de su clase política. Aunque la gran mayoría de diputados indios provienen de castas desahogadas -también en el partido de los intocables de Mayavati- es habitual que su fortuna se multiplique hasta por treinta durante una legislatura.
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Por cierto, la semana pasada el Tribunal Supremo ponderaba detener las obras del memorial que Mayavati construye en Noida -junto a Delhi- con decenas de estatuas de héroes intocables -incluida ella misma con bolso- presupuestado en noventa millones de euros. Huelga hablar de apropiación indebida.

Por su parte, la oposición del BJP ridiculiza la política de gestos del gobierno y no piensa tomar medidas parecidas allí donde gobierna. Un importante diario cercano, The Indian Express, abría ayer con un titular en el que contrastaba los mensajes de austeridad con "los ministros que quieren azulejos españoles en sus despachos". La cosa va por el ministro de Empresas Públicas, Vilasrao Desmukh, que, siguiendo el Vaastu -fengshui autóctono- ha mandado construir un lavabo nuevo revestido con "rajoles" de la empresa castellonense Sanchis. Coste total, 25.000 euros.

Barak Obama dijo hace unos días en una escuela de EE.UU. que el personaje histórico con el que le gustaría cenar era el mahatma Gandhi, aun reconociendo que "no sería una cena muy abundante". Pero los menús oficiales se han sofisticado mucho en Nueva Delhi desde entonces.